El dilema que constituye desarrollar las actividades económicas reduciendo al mismo tiempo el uso de los recursos y el impacto ambiental de dichos usos, lo que se ha denominado “desacoplamiento”, implica un cambio de nuestra sociedad basada en una economía lineal hacia una economía circular. Ante este reto, la Comisión Europea tiene la intención política de apoyar a las Pymes como elemento transformador del modelo de economía así como oportunidad de generar empleo verde.
Hay un número creciente de políticas e iniciativas europeas que dan cobertura a esta transición hacia la economía circular. Sin embargo, siguen existiendo barreras políticas, sociales, económicas y tecnológicas específicas que dificultan una implantación más generalizada:
- En muchos casos, a las empresas les falta concienciación, conocimientos o capacidad para encontrar soluciones compatibles con la economía circular.
- Los sistemas, las infraestructuras, los modelos de negocio y las tecnologías actuales pueden impedir que la economía abandone el modelo lineal.
- Las inversiones en medidas destinadas a mejorar la eficiencia y los modelos de negocio innovadores resultan insuficientes, porque se perciben como apuestas arriesgadas y complicadas.
- La demanda de productos y servicios sostenibles puede ser baja, en especial cuando exige cambios de comportamiento.
- Con frecuencia, los precios no reflejan el coste real para la sociedad del uso de la energía y los recursos.
- Las señales políticas que promueven la transición hacia una economía circular no son lo suficientemente enérgicas y coherentes.
A pesar de ello, a la vez, hay que destacar dos elementos clave que posibilitan asentar las bases para transformar dichos retos en oportunidades. Estos son el convencimiento social de que existe una fuerte correlación positiva entre crecimiento, empleos y eficiencia en el uso de los recursos; y, la intención política de ayudar a las pequeñas y medianas empresas (pymes) a que aprovechen las oportunidades de negocio que ofrece la transición hacia una economía circular, a partir de los cuales existe un potencial significativo para la creación de nuevos puestos de trabajo.
En efecto, un reciente estudio del Eurobarómetro sobre las actitudes de los europeos hacia la gestión de residuos y la eficiencia de los recursos (junio 2014), revela que existe una mayoría sustancial de personas que piensa que un uso más eficiente de los recursos tendría efectos positivos en la calidad de vida de su país (86 %), en el crecimiento económico (80 %) y en las oportunidades de empleo (78 %).
Por otro lado, el “Plan de Acción Ecológico para las Pymes”, COM (2014) 440 final, tiene por objeto: 1) mejorar la eficiencia en la utilización de los recursos de las pymes europeas; 2) apoyar la iniciativa empresarial verde; 3) explotar las oportunidades que presentan unas cadenas de valor más verdes; y 4) facilitar el acceso al mercado a las pymes ecológicas. Los sectores en los cuales se creará más trabajo si se aprovechan estas oportunidades de negocio son la producción de energía a partir de fuentes renovables, eficiencia energética, gestión de residuos y del agua, calidad del aire, restauración y preservación de la biodiversidad, adaptación al cambio climático y desarrollo de la infraestructura verde.
Este Plan de acción enumera, para cada uno de estos objetivos, las acciones que se ejecutarán a escala europea dentro del marco financiero plurianual 2014-2020. Cabe destacar entre estos objetivos y sus acciones correspondientes el relativo a las “oportunidades para las pymes en una cadena de valor más ecológica” dado que se observa una combinación de obstáculos reglamentarios, culturales, institucionales y técnicos, que sigue impidiendo una acción más eficaz y la creación de redes entre empresas –especialmente, las pymes-, lo que también impide el aumento de la eficiencia en el uso de recursos.
Concretamente, las pymes suelen experimentar dificultades para generar y compartir conocimientos especializados y en disponer de redes dentro de las diversas cadenas de valor. Los elevados costes de las operaciones y de las inversiones iniciales pueden suponer también una merma del interés por llevar a cabo operaciones de reutilización y reciclado de los recursos, sobre todo si se tiene en cuenta que es difícil determinar por adelantado los posibles beneficios de ello, dada la falta de experiencia y las incertidumbres vinculadas a las variaciones de la calidad, las especificaciones o los plazos de entrega. Por otra parte, los intercambios dentro de la cadena de valor pueden plantear retos tecnológicos, puesto que puede ser necesario realizar transformaciones y adaptaciones de los «residuos como subproductos» antes de que puedan reintroducirse en la cadena de valor.
Ante ello, las acciones que proponen la Comisión Europea son las siguientes:
1) Eliminar los obstáculos sistémicos a la colaboración intersectorial y transnacional dentro de la cadena de valor, a la creación de empresas y a la cooperación entre estas, facilitando la creación de modelos de negocio de servicios y la reutilización de materias, productos y residuos;
2) Facilitar la colaboración intersectorial con el fin de promover la economía circular.